A la que me enseñó que la palabra magia era teatro. Y que por encima de todo hay que ser buena persona. Y que la inteligencia no solo se mide en la escuela. Y que no me preocupe tanto de las cosas y que deje que todo fluya. A amar la cultura. Y a “hacerme y deshacerme” con soltura y a no tener miedo.

Porque tú me enseñaste a ser independiente e insistes que leamos. A que leamos siempre.

Y que tú, me has hecho así. Una tonta idealista que va por ahí conquistando imposibles.

Porque tú, cabezota soñadora, nos has enseñado, pero también estás aprendiendo con nosotras. Porque esto es un constante crecimiento, ¿no? Pero, sobre todo, nos han enseñado a querernos. Y respetarnos tal y como somos.

Y que sí, que debería disfrutar más de la vida. Y que a veces no lo hago. Pero que cada vez estoy más cerca. Y estoy empezando a ser más honesta conmigo misma.

Porque tú me lo has enseñado, mamá.

A Marta de Pablos Vicente.