Mª Luisa, esa mujer de la educación rural, que supo inculcar en mí la pasión por el conocimiento y por la lectura. La que supo motivarme y mostrarme que solamente el cielo es el límite. La que me hizo creer que las chicas pueden lograr todo lo que se propongan y me hizo confiar en mí para que así fuera. Parte de lo que soy se lo debo a ella. Eternamente, gracias.