Leandra Encinas: mi abuela fue una mujer impresionante y llena de amor, a la que solo le importaba la felicidad de su familia por encima de todo en la vida. En invierno se levantaba muy pronto para prepararnos chocolate caliente y bizcochos y siempre nos recibía con una enorme sonrisa que iluminaba la cocina. Supo impregnarnos de todo ello y ahora, mayores ya, todos llevamos esa felicidad con nosotros.